7.9.10

sete de setembro

EL CAMINANTE. Quien desee, aunque sólo sea en cierta medida, alcanzar la libertad de la razón no puede sentirse en la tierra nada más que un caminante, que ni siquiera se dirige a un destino último, pues no hay tal destino último. Quiere ver, y para eso observa con detenimiento todo lo que ocurre en el mundo; por eso no debe detenerse en detalle alguno, pues debe haber en él algo de caminante complacido con lo mutable y perecedero. Claro que ese hombre conocerá noches de pesadilla, en que se sentirá cansado y encontrará cerradas las puertas de la ciudad que debía ofrecerle descanso; además, quizá el desierto, como en Oriente, llegue hasta las mismas puertas, y a más o menos distancia aúllen las fieras, se levante un fuerte viento y unos ladrones le roben sus animales de tiro. Igual entonces la noche pavorosa descienda, como segundo desierto sobre el desierto, y el corazón del hombre se sienta cansado de caminar. Cuando sale el sol, ardiente como divinidad iracunda, y la ciudad le abre sus puertas, quizá él perciba en los rostros de sus habitantes aún más desierto, inmundicia, engaño e inseguridad que fuera de sus muros, resultándole el día aún peor que la noche. Así le puede suceder a veces al caminante; pero, en compensación, se le brindan las inefables mañanas de otros parajes y días, en que, al rayar el alba, ve a las cohortes de musas pasar bailando cerca de él en la niebla de la montaña y después, en momentos en que apaciblemente, al sereno compás del alma matinal, deambula bajo los árboles, desde sus copas y frondas se le arrojan cosas buenas y claras, los obsequios de todos los espíritus libres que están en la sierra, en el bosque y en la soledad y que, al igual de él, a su manera, ya alegres o pensativos, son caminantes y filósofos. Nacidos de los misterios de la mañana, meditan sobre cómo el día, entre las campanadas de las diez y doce, pueda exhibir un rostro tan puro, tan entrañablemente luminoso, tan transfigurado y sereno: buscan la filosofía de las horas que preceden al mediodía.

Nietzsche. Humano, demasiado humano.

2 comentários:

juliana amato disse...

LB6? fantastique, nom?

zeh disse...

uí, uí