30.9.10

depende mucho


Así me decía el viejo Telmo, que nunca pudo creer en las promesas. La verdad es que no le importaba quienes las hacían, no podía creer en las promesas. Telmo decía que en la vida hay muchas posibilidades, pero que dos palabras son capaces de disminuir las dudas que uno pueda tener: el no y el . Sin embargo, el propio Telmo siempre estuvo toda su vida intentando quitarse las dudas. A todos contestaba que que depende, depende mucho de muchas cosas. Le encantaba cuidar del jardín, y era lo único de que no se olvidaba, la única duda que no le tocaba. Cuidaría siempre del jardín de su casa en primavera, verano, otoño, invierno y primavera. A mí siempre me encantaron las flores, por lo que me hice su aprendiz. Siempre estuve a la derecha de Zero, apodo que le dio su vecina por creer que Telmo no se movía, no salía nunca del lugar. Telmo me dijo una tarde que cuidara de todas las flores de la misma manera, con el mismo amor, el mismo cuidado. Le pregunté si era realmente posible hacerlo, y por primera vez lo escuché decir que sí. Cómo no lo creer? Pocas veces hubo tanta verdad en las palabras de Zero, a quien tuve que molestar con la pregunta: por qué este apodo? Pensó un rato y me dijo que alguna vez le había dicho que no a la vecina. No me animé a preguntarle cuál era el tema. Aprendí muchísimo sobre el comportamiento de los jardines y que hacer para que ofrecieran la más bellas flores. Estas no aceptan nunca el mismo amor, el mismo cuidado – lo que pude aprender solo. Creía, por lo que aprendí solo, cuidando de mi jardín, que podría distanciarme de Telmo – lo que de hecho ocurrió durante algún tiempo. Sin embargo, hoy, bajo la tierra del jardín que un día empezamos juntos, veo que el Zero sigue todavía, y seguirá por siempre, a mi izquierda.

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