se había anunciado como atracción de aquella noche
el nacimiento del hijo de Don Pepe, el adiestrador.
silencio, llanto, y la inevitable cuestión:
entonces, doctor? es varón?
el doctor ya no se aguantaba
no, Don Pepe... es un cabrón!
la platea se vino abajo,
hasta las pulgas se rieron...
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