cuando ya
no puedes expresarte de otro modo, hay que reconocerlo.
principalmente por la palabra que te escapa, te prende en la jaula,
te devuelve el quicio sin que lo sepas. porque entonces ya no importa
si nunca estuviste en la mina, necesitas una campanita cualquiera
pero no hay viento que le arranque un sonido. apenas pinceles
despetalando las flores de esa red de desencuentros que te pone
tartamudo. dónde está su lengua, te pregunta el doctor. habría que
preguntárselo al gato. che gato, digo, qué gato. el doctor fama no
comprende la trama, digo, la trampa. atrapadorita letra con sus mañas
que papapá, que papapá, que papapá. a ver con qué tintas
plasmarás el devenir, cronópio, que para dios podemos siempre
esperar, estemos aquí, en managua o parís. por las dudas, te brindo
una parte de la carta que acaba de enseñarme tu paisano:
“Me
alegró que te gustara tanto Avalovara, porque aunque ya no la
recuerdo en detalle, me queda como una gran experiencia de lectura.
Cosas como la imagen de “Cecilia, rodeada de leones”, perduran en
mi mala memoria de estos tiempos. A veces pienso que lo más fuerte
que he leído en los últimos diez años es la obra de dos
brasileños, Clarice Lispector y Lins; casi dan ganas de lanzarse al
portugués en busca de otras cosas que acaso existen.”
probablemente
nos cruzamos en alguna autopista, pero cuando uno estaba yendo... y
viceversa. (puede que haya pensado como drummond que había una
piedra en su camino cuando en realidad se le había pegado un
emplasto de hacha)
ps.: pra completar, hay que escuchar "outras palavras" do Velô.